Trabajos sin sentido: ¿es el tuyo otro 'bullshit job'?

Apr 01, 2019

5 mins

Trabajos sin sentido: ¿es el tuyo otro 'bullshit job'?
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Laetitia VitaudLab expert

Future of work author and speaker

En periodos de crisis, en los que pocos empleos se vuelven fundamentales para el conjunto de la sociedad (servicios sanitarios, transportistas, trabajadores de los servicios de emergencias, quienes participan en la cadena de consumo de alimentos, profesorado…) y muchos otros pierden relevancia, no resulta extraño que surjan preguntas sobre el ideario de la jerarquización de las profesiones. ¿No nos habremos equivocado al otorgar estatus y salario a los segundos, en lugar de a los primeros? Analizamos las ideas de David Graeber, el antropólogo americano a quien debemos el concepto de los “bullshit jobs”, en su obra “Bullshit jobs: A theory”.

No hace muchos años que la expresión bullshit job (literalmente, “trabajo de mierda”) empezó a popularizarse en el mundo del trabajo. Todo empezó con la publicación de un artículo que dio mucho que hablar: David Graeber (antropólogo americano, anarquista y profesor de la London School of Economics) lanzó una primera y provocadora diatriba llamada Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda. El artículo fue publicado en agosto de 2013 en la revista electrónica de ideología radical Strike!, pero Graeber jamás se hubiera imaginado el efecto que tendría. Más de un millón de lectores visitaron la web de Strike! en solo unas semanas y el artículo fue traducido a más de diez idiomas. A partir de entonces, la expresión bullshit job empezó a extenderse.

El provocador mensaje de Graeber iba especialmente dirigido a “los consultores de recursos humanos, los responsables de comunicación, los abogados de empresa, los lobistas…”, es decir, a todos aquellos que se pasan el día en reuniones de trabajo, pero “sin trabajar ni lo más mínimo en realidad”. Pero Graeber no sabía que su crítica a un sistema capitalista que premia más a los que destruyen valor que a los que lo crean (ya que paga más a los consultores, expertos en marketing y creadores de productos financieros que a las enfermeras, profesores y basureros) tendría tan buena acogida. El artículo expresaba con palabras “la crisis de sentido” que sufren los trabajadores de oficina.

Es de una crueldad inaudita. ¿Cómo puede trabajar con dignidad alguien que secretamente piensa que su trabajo no debería existir?

Poco después de la publicación del artículo, algunas instituciones especializadas en sondeos de opinión se apropiaron del tema. Fue el caso de YouGov, en Reino Unido, que encuestó a los británicos utilizando las propias expresiones y el postulado de Graeber: el 37% de los encuestados afirmó tener un “trabajo de mierda” y el 13% dijo “no estar seguro”. Un sondeo idéntico en los Países Bajos reveló que el 40% de los trabajadores neerlandeses no encontraba ningún sentido a su trabajo. David Graeber admitió que esas cifras superaban con creces lo que había imaginado al escribir su artículo.

Qué es un bullshit job

En su libro, publicado en español con el título de Trabajos de mierda: Una teoría, David Graeber profundiza sobre el tema y hace un análisis apasionante del fenómeno, para a continuación proponer una definición de bullshit job: “Es un trabajo tan inútil, absurdo e incluso nefasto, que ni siquiera el trabajador es capaz de justificar su razón de ser, aunque el contrato con la empresa le obligue a pretender que es útil”. A esto añade: “A menudo los que tienen trabajos de mierda son los que disfrutan de un mayor reconocimiento y prestigio; se les respeta, están bien pagados […], pero en realidad son conscientes de que no hacen nada útil […] y saben que todo es una gran mentira”.

De esta manera explica que la utilidad de un puesto de trabajo es inversamente proporcional al salario que percibe el que lo ocupa. En general, cuanto más útil es el trabajo realizado, peor pagado está. Esto ilustra el caso de las enfermeras, los profesores, los profesionales de la educación infantil, e incluso el personal de limpieza (trabajos que además ejercen a menudo las mujeres).

Bullshit job: es un trabajo tan inútil, absurdo, e incluso nefasto, que ni siquiera el trabajador es capaz de justificar su razón de ser.

Independientemente de los sondeos o de las nuevas expresiones que utilicemos, la realidad es que muchos trabajadores no encuentran utilidad (ni sentido) a lo que hacen. Esta “búsqueda de sentido” se ha convertido en un tema recurrente y actual en libros y artículos sobre el mundo del trabajo, ya que muchos jóvenes activos están tomando la decisión de huir de los distritos financieros de las grandes ciudades e inclinarse por trabajos más artesanales.

¿Por qué quienes tienen bullshit jobs no son felices?

¿No es un chollo que te paguen por no hacer nada? No, porque aquellos que tienen un bullshit job pagan un precio moral y psicológico muy alto, explica Graeber, y muchos de ellos acaban deprimidos. No solamente los trabajos bullshit no tienen sentido, sino que acostumbran a ir acompañados de una dosis de mentira y falsedad que puede resultar particularmente insoportable. Y lo que es peor, algunos de estos trabajos requieren engañar al público, es decir, “vender su alma al diablo”.

Los bullshit jobs aparecieron como consecuencia de la creencia de que la gente no trabaja cuando nadie los vigila: “Cuando un trabajador se queda solo, generalmente se convierte en un parásito. Por eso hay que decirle qué tiene que hacer y controlar lo que hace”. Esta idea es evidentemente falsa. Lo que ocurre es que no se tienen en cuenta las motivaciones reales del trabajador. Por ejemplo, la psicología demuestra que, de la misma forma en que los niños aprenden que sus actos tienen consecuencias, “un ser humano incapaz de tener un impacto significativo sobre el mundo deja de existir”.

“Un ser humano incapaz de tener un impacto significativo sobre el mundo deja de existir”.

Desde el punto de vista histórico, el hecho de vender nuestro tiempo a una empresa es relativamente reciente. Significa que el tiempo del trabajador ya no le pertenece y la ociosidad se convierte en un robo. Este sistema, explica Graeber, es profundamente alienante y perverso. “Si te obligan a fichar, no seas demasiado eficaz, pues nadie te lo recompensará, más bien se te castigará con más trabajo sin sentido”.

¿Por qué en nuestra sociedad cada vez se crean más bullshit jobs?

Graeber demuestra en su libro que el número de bullshit jobs no deja de crecer. Desde los años treinta, y más particularmente desde la Segunda Guerra Mundial, la política económica de los países occidentales se basa en el ideal del pleno empleo. La ineficacia e inutilidad del trabajo se considera como un mal menor. La filosofía actual sugiere que es mejor crear puestos de trabajo malos que no crear suficientes.

La filosofía actual sugiere que es mejor crear puestos de trabajo malos que no crear suficientes.

Los trabajadores de la Edad de oro del capitalismo (1945-1973) disfrutaron de los beneficios creados gracias a la mejora de la productividad. Sin embargo, desde hace varias décadas, este valor ya solo beneficia a los ejecutivos. Cuantos más empleos obreros (o que no sean bullshit) eliminemos, más capas suplementarias de personal jerárquico y administrativo crearemos. Graeber califica este fenómeno como “el espectacular ascenso del feudalismo de directivos”. Todo parece indicar que a día de hoy nos apasiona la jerarquía.

Por último, la proliferación de los bullshit jobs tiene mucho que ver con la creciente importancia del sector financiero, que ha provocado “un círculo vicioso en el que los trabajadores son cada vez menos leales a sus empleadores y viceversa. Esto hace que las empresas tiendan a controlar más a su gente”.

La creciente importancia del sector financiero ha provocado “un círculo vicioso en el cual los trabajadores son cada vez menos leales a la empresa y viceversa. Esto hace que las empresas tiendan a controlar más a su gente”.

Con una mezcla de antropología, historia, psicología y sociología, Graeber nos ofrece un análisis fascinante y perturbador sobre el mundo laboral actual. ¡Lectura obligatoria!

Traducido por María Gutiérrez Alonso

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