Cómo sacar brillo a tu huella digital para la búsqueda de empleo

25 jul 2019

4 min

Cómo sacar brillo a tu huella digital para la búsqueda de empleo
autor
Javier Lacort

Redactor freelance especializado en tecnología y startups

El currículum ya no es lo único que un seleccionador verá de ti. Una de cada cinco empresas admite haber descartado a candidatos por su actividad en redes sociales y la mitad las utilizan para encontrar información sobre los potenciales empleados antes de tomar una decisión sobre su contratación. Los principales motivos para el descarte son: las incoherencias entre lo publicado y lo comentado en la entrevista, las fotografías publicadas y las faltas de ortografía. Sería una lástima tremenda perder un puesto de trabajo por haber dejado que un responsable de selección descubriese algo sobre ti que no encajara con el puesto al que aspirabas, aunque ya no te represente en la actualidad, ¿verdad?

La huella digital es todo ese rastro online que hemos dejado con nuestra actividad en redes sociales, foros y páginas web de cualquier tipo. Las fotos que hemos subido a lo largo de los años, los “me gusta” que decidimos dar a ciertas páginas o contenidos, los mensajes que hemos escrito. Huellas que dejamos y que, en algunos casos, no dependen de nosotros para ser eliminadas y, en otros, ni siquiera hay forma (o al menos no una sencilla) de borrar.

Aunque a priori puedes pensar que tu huella digital se limita a lo que has publicado en tus redes sociales, la lista es mucho más extensa:

  • lo que aparece en buscadores al buscar tu correo electrónico (no solo tu nombre y apellidos)
  • los comentarios que has dejado en los perfiles de otras personas
  • las reseñas en marketplaces o plataformas de hostelería…

¿Qué puedes hacer para asegurarte de que tu huella digital no se volverá en tu contra?

Primer paso: búscate a ti mismo

No es una metáfora espiritual. Lo primero que has de hacer, sí o sí, es buscar tu nombre y apellidos en Google y escudriñar cada resultado que aparezca, sin saltarte ninguno, página tras página. Si también lo haces en otro buscador, como Bing, tendrás un double check. Registra todas las direcciones web en las que aparezca tu nombre y en efecto hagan referencia a ti. De esta forma, tendrás una base de datos sobre la que actuar como te convenga.

¿Solo en Google y Bing? Claro que no. Acude a Facebook, Twitter, Instagram, YouTube… incluso Spotify. Las búsquedas así tienen como objetivo encontrar esa “cara B” de nosotros que no necesariamente querremos mostrar en un proceso de selección.

Ten en cuenta que no solo estás buscando lo que hayas podido publicar en Internet recientemente, sino también aquel comentario que hiciste siendo más joven y con el que ahora ya no estás necesariamente de acuerdo. O aquella foto que ni siquiera publicaste tú, sino un amigo, pero que sigue en Facebook y a la que se llega también buscando tu nombre. Internet es enorme, las redes sociales llevan años entre nosotros y los lugares en los que puede aparecer algún resto de nuestra huella digital son muchísimos. Crea este registro con paciencia e incluye cada URL en la que aparezcas.

Segundo paso: haz limpieza

Revisa tus condiciones de privacidad

Una vez tengas este registro, lo primero que deberías hacer es decidir es qué informaciones preferirías que dejaran de ser públicas. Para ello, criba tus redes sociales y revisa tus condiciones de privacidad. Quizás en LinkedIn estemos para ser vistos, ya que es un trampolín profesional, pero ¿queremos la misma exposición en Instagram, donde solemos mostrar contenidos personales? Salvo que tengas un férreo control de tus contenidos, quizás la mejor idea sea privatizar la cuenta y eliminar de tu red a todo aquél con quien no tengas la suficiente confianza. También hay quien usa dos cuentas: una personal y protegida, sin la identidad real completa, y otra profesional, más aséptica y localizable.

También deberías alertar a tus amigos y familiares sobre cómo te gustaría proceder para la publicación de fotos o vídeos en los que aparezcas o contenidos en los que se use tu nombre. Instaura una costumbre de respeto a tu privacidad.

Elimina el contenido indeseado

En una segunda categoría, decide el contenido que te interesaría eliminar (una pista: ante la duda de si debes eliminar un contenido o no, mejor borrarlo). Si existe una cuenta en una red social a la que ya no tienes acceso, o un nombre de usuario de un foro del cual hayas perdido la contraseña, es momento de recuperar ese acceso. Normalmente hay formularios para ello. Si no lo consigues, puedes ponerte en contacto directamente con los administradores y explicarles la situación. Y si algún contenido no está bajo tu control, sino del de un tercero –como un amigo que subió una foto a su Instagram, por ejemplo–, habrá que pedirle que lo elimine.

En los casos en los que ni siquiera de esa forma logres el borrado, puedes recurrir a un recurso amparado por la justicia europea, el “Derecho al olvido”. Con los propios formularios que Google, Bing y otros buscadores ofrecen para ello, puedes eliminar tu indexación. El contenido seguirá disponible en la web en concreto, pero al menos no se mostrará en los buscadores.

Tercer paso: relativiza

En algunas ocasiones es posible que no logremos eliminar ciertos contenidos tras agotar todas las vías para intentarlo. En ese caso, examina el posible daño que te pueda hacer ese contenido en concreto y relativiza la importancia de ciertos actos (piensa que el reclutador también ha sido joven y puede que no dé mayor importancia a según qué contenidos).

Si lo crees necesario, puedes incluso preparar una respuesta que demuestre que eres capaz de reconocer tus errores, lo que se convierte en una virtud: humildad y capacidad de aprendizaje. Todos tenemos un pasado y el derecho a equivocarnos y a rectificar, a evolucionar, a mejorar.

Cuida tu huella digital en el día a día

Lo mejor que puedes hacer es interiorizar que lo que haces en Internet es para siempre. Incluso aunque puedas eliminarlo, lo ideal es partir de esta premisa, ya que cualquier comentario o foto es susceptible de escapar de tu control. Por algo se dice que más vale prevenir que curar, ¿no?

Piensa también en tus nombres de usuario. Puede que tu nombre de usuario pueda identificarte (al contener tu inicial y tu apellido, por ejemplo), así que si lo que quieres es que los contenidos ligados a ese nombre de usuario no se asocien a tu persona, deja de usarlo o cámbialo.

También puedes hacer un seguimiento gracias a Google Alerts. Esta herramienta de Google te avisará con un correo cada vez que detecte alguna web que use los términos que tú le indiques, como tu nombre, apellido o correo electrónico.

Recuerda que, en un proceso de selección, tu futuro empleador buscará conocer cómo eres realmente y para ello es muy posible que acabe recurriendo a buscarte en internet. En nuestros manos queda depurar al máximo nuestra huella digital para que nuestra presencia online represente quiénes somos.

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